Ica: destino perfecto para un viaje de lujo

Terra Explorer
octubre 6, 2021

En Terra Explorer sabemos una cosa: cuando la gente piensa en Perú, suele imaginarse montañas cubiertas por selva amazónica. Pero la verdad es que toda la costa es un gigantesco desierto, aunque no uno poco acogedor. Situado entre las dunas y las vastas llanuras secas de Ica, hay un montón de atracciones que merece la pena visitar, cada una a poca distancia de la otra. El grupo perfecto de pueblos y atracciones (una de ellas, una aérea) para incluir en tus vacaciones de lujo, una escapada rápida de un itinerario que suele concentrarse en Machu-Picchu

lineas nazca

La primera parada, un icono arqueológico: las Líneas de Nazca. A lo largo de la Panamericana, hay una miríada de gigantescos geoglifos que fueron construidos a modo de canales. La única forma de apreciar estas maravillas es subiéndose a una avioneta. Pilotos veteranos maniobran en todo momento sobre las líneas para que los curiosos (como nosotros) puedan contemplar las enormes figuras y animales trazados hace siglos por una antigua civilización.

Para los amantes de la adrenalina, hay un lugar inigualable: unas imponentes dunas que tanto los pilotos como los practicantes de sandboarding adoran. Incluso el famoso Dakar Rally tiene lugar en este desierto. La agitada travesía por las arenas es sin duda estimulante. No importa si eres un aficionado al turismo de aventura o no, es una fuente de recuerdos llenos de la mezcla adecuada de emoción, risas y gritos. 

Al atardecer, el desierto de Paracas (donde se encuentran las dunas de las que hablamos) no flojea en el ámbito de la estética: una puesta de sol distintivamente naranja dibuja sombras y siluetas nítidas sobre el océano de montes de arena. Un espectáculo que sobrecoge a cualquier ojo entrenado, o no entrenado. ¿Qué dices? ¿Sería el sitio perfecto para un picnic? Ciertamente. Solemos organizar uno al atardecer: un momento para relajarse, saciar el hambre y disfrutar plenamente del remoto entorno.

A menos de un par de horas en coche, está Paracas, un pueblo de pescadores desde el que parte un yate (parte de nuestros servicios de viaje exclusivos) hacia las Islas Ballesta. Éstas son el equivalente a una bulliciosa metrópolis del reino animal. Una población casi infinita de lobos marinos, pingüinos y otras aves marinas habitan las islas (tan llenas de vida que el Gobierno tuvo que declararlas Reserva Nacional, un destino muy buscado para el avistamiento de aves en Perú). Así que si alguna vez has querido ver de cerca a estos ejemplares en plena naturaleza -en lugar del ambiente estéril de un zoo- esta es tu oportunidad. 

La costa virgen (a pocos minutos del pueblo) es un conjunto de altos acantilados y precipicios, que aprovechan las majestuosas vistas del Pacífico, la banda sonora, las olas que rompen en la distancia. Después de un almuerzo con delicioso marisco, un paseo en bicicleta o a pie (puedes elegir cuál, es una de las ventajas de tener un itinerario a medida) a lo largo de los elevados acantilados resulta mágico. ¿A quién no se le antoja un poco de sonidos costeros sin la conmoción que supone una abarrotada playa? 

Si eres de los que tienen inclinaciones arquitectónicas o arqueológicas, dirígete al Museo Julio C. Tello. Esta obra maestra minimalista en medio del desierto —que casualmente se encuentra a lo largo del sendero elegido para el paseo tras el almuerzo— alberga los restos de la Civilización Paracas (estos antiguos pueblos eran los que tenían los cráneos alargados, sujetos a una infinidad de teorías conspirativas relacionadas con los extraterrestres). 

Pero el edificio del museo —el edificio, ¡Dios!— es un monumento en sí mismo. Fue diseñado por los famosos arquitectos Sandra Barclay y Jean Pierre Crousse. Ellos son los que están detrás de las paredes marrones de la fachada geométrica que se funde, y sobresale, de las arenas rojizas. No es de extrañar, pues, que haya recibido más de un puñado de premios. Definitivamente, incluye esto en tus experiencias de viaje cultural.

¿Qué más se puede hacer? Bueno, en el siglo XIX, cuando la migración italiana a Perú estaba en pleno apogeo, Santiago Queirolo se instaló en la costa tras un largo viaje desde Génova. Generaciones después, sus nietos decidieron convertir su mansión campestre dentro del viñedo (que tiene un par de cientos de años de historia a sus espaldas) en un flamante hotel. 

Además de las interminables vistas de los campos de uva, una razón para visitar la finca de Queirolo es degustar el tradicional Pisco, un licor de uva que, a día de hoy, es la bebida alcohólica nacional de Perú y una fuente de orgullo para los lugareños. Una degustación de vino y pisco acompañada de deliciosos platos, ¡yum!, tiene que formar parte de tus experiencias culinarias en Perú.

El lugar perfecto para pasar la noche es el Marriott Paracas: un resort paradisíaco con vistas al Pacífico -opta por una habitación con terraza, por razones obvias-. Además de sus piscinas y palmeras bien emparejadas, está cerca de todo lo mencionado anteriormente, así que si no te gustan los viajes excesivamente largos e innecesarios, no busques más. 

Pues bien, esto es un anticipo de lo que hay en Ica. Es legítimamente un destino que vale la pena visitar. Ponte en contacto con nosotros para sacarle el mayor provecho. Somos los expertos cuando se trata de vacaciones de lujo en Perú.

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