Hoy queremos reflexionar sobre cómo protegemos los derechos de las mujeres a través de nuestra asociación con el Sacred Valley Project, una ONG que hace posible la educación de mujeres jóvenes en los Andes rurales. Porque aunque el turismo comunitario ayuda, sabemos que tenemos que tomar mayores medidas para lograr una mayor igualdad.
Es la mañana del 26 de enero de 2022. Los medios de comunicación —y las redes sociales— aún aúllan ante el gran revés que ha supuesto la anulación de Roe v. Wade. Y sí, este desmantelamiento es sombrío, pero sus repercusiones —como precedente para que los conservadores alrededor del globo hagan lo mismo, especialmente en las naciones donde la igualdad aún no ha llegado a la agenda presidencial— son igual de estremecedoras.
Siempre he sido partidario de tender puentes cuando surgen temas polarizantes en la conversación pública. Para ello, normalmente hay que hacer el esfuerzo adicional de desviarse de los eruditos y las publicaciones habituales para empatizar —y, lo que es más importante, tratar de comprender intelectual y moralmente— los puntos de vista «atroces» e «infundados» de la otra parte. Pero esta vez, sólo tuve que hojear el NY Times para encarar las creencias opuestas en una pieza de la Dra. Karen Prior. Y, aunque bellamente escrito, se reducía a la misma discusión tensa sobre cuán humano es un embrión.
Aun así, entre las líneas, había una mordaz crítica al actual reinado supremo del individualismo, y no pude sino concedérselo a la autora provida. Nuestro ethos del «yo» en lugar del «nosotros» ha desbordado no sólo nuestro discurso económico, sino también el de la vida. Necesitamos, más allá de redes de apoyo comunitarias, una máquina bien engrasada que dé alas a las mujeres.
Todo esto me trajo al trabajo de Terra Explorer con el Sacred Valley Project, una organización sin fines de lucro (de la que somos socios y patrocinadores) que hace posible la educación secundaria para mujeres jóvenes en los remotos Andes de Perú, donde hay estas carencias. Y es un testimonio de cómo nosotros, la comunidad, podemos impulsar a las jóvenes asegurando sus derechos cuando nadie más lo hace.
En Perú —como en gran parte del mundo menos industrializado— la pobreza está estrechamente ligada al aislamiento geográfico. Cuanto más lejos esté una mujer de las urbes, menos accesibles serán los servicios públicos y las oportunidades de trabajo. Así, para muchas jóvenes que habitan el dispersamente poblado Valle Sagrado, las escuelas secundarias están a kilómetros y kilómetros de distancia. Subsecuentemente, el transporte (ausente) se convierte en otro problema a resolver.
Otras familias, sin mala fe, simplemente necesitan más manos en sus granjas de subsistencia. A sus ojos, el tiempo en la escuela podría aprovecharse mejor en el campo. Si a esto le añadimos el perenne sexismo, tenemos una receta nefasta y corrosiva para que las mujeres no escolarizadas sean incapaces de salir de un ciclo de pobreza que parece no tener fin.
En resumen: educación gratuita y enriquecedora, comida nutritiva, un lugar decente donde alojarse (con camas y todo), tiempo de juego saludable, facilitación de becas de estudio y, lo que es más importante, una ventana a un mundo donde las mujeres pueden soñar, destacar y valerse por sí mismas.
La misión del Sacred Valley Project es la educación, pero para garantizarla, hay que suplir la multitud de otros servicios públicos ausentes. Hay que eliminar las «fricciones» para que los padres no se sientan conminados a sacar a las niñas de clase y llevarlas al campo.
Estos esfuerzos homéricos no han pasado desapercibidos. La Fundación Obama, a través de Girls Opportunity Alliance, ha laureado y financiado este faro de cambio.
Pero el trabajo aquí no ha culminado. El Sacred Valley Project sigue siendo una organización pequeña, y estas contribuciones tan sólo amplían su alcance y escala. Así que las donaciones son siempre bienvenidas.
Donar es la respuesta obvia (recordemos que son cien por cien deducibles de impuestos). Puedes ir a nuestra pestaña de IMPACTO y deslizarte hacia abajo hasta ver las ONGs que financiamos. O simplemente puedes buscar en Google la organización y donar a través de su sitio web.
Asegúrate de reservar actividades de turismo comunitario cuando viajes para contribuir directamente a los pueblos indígenas que, en la mayoría de los casos, se encuentran en situaciones desventajosas. Inspírate revisando nuestras experiencias de turismo rural comunitario en Cusco.
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Los viajes, especialmente los de lujo, deberían ser transformadores para todos. Y en tiempos en los que los derechos no se garantizan, nosotros, la comunidad, tenemos que asegurarnos de que las generaciones futuras vivan en un mundo mejor y más justo.
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